ES EL TREN. ES EL MOMENTO.
El jueves me pasó algo extraño mientras viajaba en metro...
Ocurrió en la linea 1: un tipo que jamás había visto empezó a contarme su vida sexual y sentimental con todo lujo de detalles: que si su novia después de ocho años y un día (ese "y un día" me desconcertó un poco) le había dejado sin dar explicaciones pero que habían seguido siendo amigos, que si el otro día él la llamó para ir al cine y ella le dijo que era demasiado pronto, que si ahora salía con una pava desde hacía un mes, que si solo estaba con ella porque se le había lanzado y él no sabía decir que no porque (palabras textuales) "las mujeres sois mi droga, niña, MI DROGA!!!" (jaja), que si la tipa esa follaba mal...en fin, sus cosas personales me las soltó sin preguntarme si quería oirlas, y sin explicarme por qué habia sido yo la elegida en el vagón para sus confidencias. El caso es que tanta sinceridad me desconcertó tanto, que sin darme cuenta empezé yo también a contarle mis pequeñas cosillas y secretos, y cuando entré en razón me di cuenta de que me había desahogado con un perfecto desconocido.
Fue una sensación extraña...mientras hablaba, me daba cuenta de que podía decirle lo que quisiera, que no tenía que medir mis palabras, que podía hablar sin pensar y desnudar mis pensamientos sin miedo. Me resultaba muy fácil hablar con él.
Con el tipo-de-la-linea-1, podía ser todo lo sincera que quisiera, me podía expresar de la forma más ruda...él no me conocía, no me malinterpretaba, no me juzgaba. Es curioso como a veces puedes tener momentos de más intimidad con un perfecto desconocido que con la gente que quieres.
Cuando dejé el tren me sentía muy aliviada y relajada. Durante unos minutos mi camino se habia cruzado con el de un desconocido, nos habíamos confesado nuestros secretos y separado con la seguridad y la tranquilidad de que no nos volveríamos a ver. Resultaría divertido que la gente hiciera eso más a menudo, que si por ejemplo algo te preocupase sacaras un billete de metro con la idea de desahogarte con la primera persona que sientas que te va a comprender...
Lo curioso es comprobar que aunque hay muchos familiares y amigos deseosos de escucharte, a veces, lo que necesitamos es alguien que no quiera ayudarte, alguien que olvide la conversación una vez pasado el túnel.
En la vida hay muchos trenes, y miles de correspondencias posibles. Las personas viajamos deprisa, muchas veces sin fijarnos en el resto de los pasajeros. A nosotros nos toca escoger un vagón, un asiento...y lo más importante: un compañero de viaje.
Ya volviendo a casa, otra imágen menos optimista de un tren me vino a la cabeza. Cuando pasé por delante del monumento en construcción de las víctimas del 11-M, me di cuenta de que en ese tren viajaban 200 personas que ya nunca tendremos ocasión de conocer y amar...quizás yo o tú estábamos destinados a cruzarnos con una de esas personas algún día durante nuestras vidas, quizás esos viajeros habrían cambiado algo en nuestra biografía...sin embargo, por caprichos políticos y fanatismo absurdo, unos pocos cambiaron el destino de todos.
Se ve que hay trenes que también pueden llevar a un presidente al poder...
Ocurrió en la linea 1: un tipo que jamás había visto empezó a contarme su vida sexual y sentimental con todo lujo de detalles: que si su novia después de ocho años y un día (ese "y un día" me desconcertó un poco) le había dejado sin dar explicaciones pero que habían seguido siendo amigos, que si el otro día él la llamó para ir al cine y ella le dijo que era demasiado pronto, que si ahora salía con una pava desde hacía un mes, que si solo estaba con ella porque se le había lanzado y él no sabía decir que no porque (palabras textuales) "las mujeres sois mi droga, niña, MI DROGA!!!" (jaja), que si la tipa esa follaba mal...en fin, sus cosas personales me las soltó sin preguntarme si quería oirlas, y sin explicarme por qué habia sido yo la elegida en el vagón para sus confidencias. El caso es que tanta sinceridad me desconcertó tanto, que sin darme cuenta empezé yo también a contarle mis pequeñas cosillas y secretos, y cuando entré en razón me di cuenta de que me había desahogado con un perfecto desconocido.
Fue una sensación extraña...mientras hablaba, me daba cuenta de que podía decirle lo que quisiera, que no tenía que medir mis palabras, que podía hablar sin pensar y desnudar mis pensamientos sin miedo. Me resultaba muy fácil hablar con él.
Con el tipo-de-la-linea-1, podía ser todo lo sincera que quisiera, me podía expresar de la forma más ruda...él no me conocía, no me malinterpretaba, no me juzgaba. Es curioso como a veces puedes tener momentos de más intimidad con un perfecto desconocido que con la gente que quieres.
Cuando dejé el tren me sentía muy aliviada y relajada. Durante unos minutos mi camino se habia cruzado con el de un desconocido, nos habíamos confesado nuestros secretos y separado con la seguridad y la tranquilidad de que no nos volveríamos a ver. Resultaría divertido que la gente hiciera eso más a menudo, que si por ejemplo algo te preocupase sacaras un billete de metro con la idea de desahogarte con la primera persona que sientas que te va a comprender...
Lo curioso es comprobar que aunque hay muchos familiares y amigos deseosos de escucharte, a veces, lo que necesitamos es alguien que no quiera ayudarte, alguien que olvide la conversación una vez pasado el túnel.
En la vida hay muchos trenes, y miles de correspondencias posibles. Las personas viajamos deprisa, muchas veces sin fijarnos en el resto de los pasajeros. A nosotros nos toca escoger un vagón, un asiento...y lo más importante: un compañero de viaje.
Ya volviendo a casa, otra imágen menos optimista de un tren me vino a la cabeza. Cuando pasé por delante del monumento en construcción de las víctimas del 11-M, me di cuenta de que en ese tren viajaban 200 personas que ya nunca tendremos ocasión de conocer y amar...quizás yo o tú estábamos destinados a cruzarnos con una de esas personas algún día durante nuestras vidas, quizás esos viajeros habrían cambiado algo en nuestra biografía...sin embargo, por caprichos políticos y fanatismo absurdo, unos pocos cambiaron el destino de todos.
Se ve que hay trenes que también pueden llevar a un presidente al poder...
4 comentarios:
Quería meterte el pito, punto-pelota.
Saludos cordiales.
álvaro!! sé que has sido tú!! jaja
Mira, tendría que darte vergüenza, te acabas de cargar mi pensamiento romántico de desconocidos en el tren desahogándose!!! ¡¡q bestia!! :-(
Carol
Jejejejjeejje... si, lo reconozco, he sido yo.
Te lo dejé fácil, dos de mis expresiones más comunes este cuatrimestre...
Un besazo, Carol, y perdón por bajarte de nuevo a la tierra... Cotton Candy World rules!
Te veo mañana en clase.
xD xD xD
Qué gente más rara hay en el metro, menos mal que en Zaragoza aún no gastamos de eso.
Tuve una época de ser abordado por gente rara. Y pensé por qué... por qué la gente rara viene a mi?? Seré yo tan raro como ellos??
Piénsalo, parece tu caso :P
PD. Completamente de acuerdo con anónimo-álvaro xD xD si es que parecéis nuevas xD
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